Cile: il generale Cheyre nell'occhio del ciclone

La tragedia, el mayor desastre de la institución castrense en más de un siglo, mantiene conmocionado al país y el presidente, Ricardo Lagos, hace ingentes esfuerzos para salvar al polémico militar y evitar que el coletazo llegue a La Moneda en un año electoral.

Pero para Cheyre, que había logrado sobrevivir al revelador informe sobre torturas durante la dictadura militar (35 mil personas) y los más de 17 millones de dólares que robó el ex comandante en jefe y dictador, Augusto Pinochet, esta puede ser la peor crisis de su carrera.

Los numerosos errores cometidos por él y la institución en el manejo de la crisis, más otros accidentes sufridos por conscriptos en apenas un mes y que revelan serias fallas en la doctrina militar, lo ponen en una encrucijada de donde no le será fácil salir.

Si el mes de mayo había sido duro, ayer fue tal vez el día más difícil para el general: el viernes narró entre sollozos ante las cámaras de televisión lo que había 'sufrido' al ver al primero de los reclutas encontrados sin vida, el joven José Bustamante, de apenas 18 años.

Fue tanto el dolor que sentí -dijo con voz entrecortada- que lo despojé personalmente de la ropa mojada que llevaba puesta y procedí a vestirlo con mi propia ropa: calcetines, calzoncillos y mi propia pollera (camiseta).

Sin embargo, en un encuentro que tuvo ayer el presidente Lagos con la madre del conscripto en su velatorio, la humilde mujer le confesó que en la preparación del cadáver se habían percatado que su hijo no traía la ropa que Cheyre dijo haberle puesto.

En ese momento el jefe castrense no estaba presente. Voceros del Ejército rehusaron después comentar esas declaraciones.

El otro episodio sucedió poco después de las siete de la tarde, luego que el comandante en jefe se reuniera en el casino de oficiales del regimiento con los familiares que aún esperaban noticias acerca de los soldados que permanecen desaparecidos.

Cheyre quiso que salieran del lugar los que no eran parientes directos de los soldados, pero el ambiente estaba tan tenso que algunos de los presentes lo increparon violentamente. El militar, visiblemente enojado, abandonó el recinto diciendo: 'No acepto faltas de respeto'.

'Esta ha sido mi semana más negra en el Ejército', había confesado el general hace poco más de una semana, después de que tres conscriptos murieran por negligencias del mando en pocos días durante el proceso de su instrucción.

Tratando de balancear, Cheyre afirmó que desde el 2002 en que asumió la muerte de soldados había bajado sustantivamente, sin pensar siquiera que una semana después se desataría la peor tragedia de la institución desde la guerra civil de 1891.

Los hechos se desataron el miércoles, cuando la jefatura de un regimiento con 480 reclutas recién incorporados al servicio militar en el sur del país recibió órdenes de iniciar una caminata pese al mal tiempo. Los soldados salieron virtualmente bajo la nevada.

De las cuatro compañías sólo una llevaba equipo adecuado para alta montaña, compuesto por una tienda impermeable de cuerpo entero, botas aislantes y mochila de supervivencia. Pero la mayoría de los soldados iban mal vestidos y sin equipos de comunicaciones.

'Llevaron a los cabros (muchachos) a una trampa mortal y después los dejaron abandonados', comentó en un mar de lágrimas Gloria Bastidas, madre de Jhonatan Bustos (18), uno de los desaparecidos.

Los cuerpos que han podido ser rescatados hasta ahora (unos 16) estaban enterrados hasta dos metros bajo la nieve y se presume, dadas las bajas temperaturas y el mal tiempo, que va resultar muy difícil encontrar a los restantes desaparecidos (unos 29).

Aunque Lagos ha reiterado su respaldo a Cheyre, y su renuncia no ha sido evaluada, La Moneda no parece estar dispuesta a defenderlo a cualquier precio, sobre todo en un año electoral, afirman especialistas locales.