Colombia: il trattato di libero commercio mette in pericolo la biodiversità
Las especializaciones regionales de la agricultura en Colombia están ligadas
a la diversidad de climas. Existe zona cafetera, de caña panelera y también
de azúcar; el arroz, aunque presente en más de diez departamentos del país,
cerca del 80% se produce en Tolima, Meta, Huila y Casanare. Antes del
Revolcón, la soya, el sorgo y el algodón se ubicaban en zonas de Tolima,
Valle y la Costa Atlántica. Así mismo, las áreas de clima frío,
principalmente en Cundinamarca, Boyacá y Nariño, estuvieron dedicadas por
décadas a trigo, cebada y avena y luego de 1990, gracias al avance de las
compras masivas externas de cereales, que en trigo se iniciaron con trucos
desde los años sesentas, se desplazaron masivamente al cultivo de papa y a
la lechería.
Dicho desplazamiento se dio en regiones donde era factible; pero trajo un
estrecho equilibrio entre oferta y demanda en el mercado nacional de papa y
leche, lo cual hace que ambos productos sean muy sensibles a la sobreoferta.
En 2001, las importaciones del tubérculo causaron un paro campesino en
Boyacá y Cundinamarca y en lo que va del siglo se han presentado
'enlechadas' que en pocos días dañan hatos y parcelas lecheras. En ambos
sectores hay presencia relevante de empresas multinacionales en el proceso
de comercialización. No obstante, subsisten zonas donde tal reemplazo no se
efectuó, como en los quince municipios trigueros del sur de Nariño,
encabezados por Guatarilla, o en el centro de Boyacá donde en lugares como
Toca y Siachoque la cebada se sigue elaborando.
En estas ramas la decisión del gobierno de Alvaro Uribe en el TLC, sabiendo
que Estados Unidos debe exportar como excedente el 43% del trigo que produce
y una buena parte de cebada, es sacrificar a los productores nacionales, a
quienes se acusa de 'perdedores', 'remanentes' e 'ineficientes' a cambio de
suprimir gabelas en Norteamérica para aquellos escogidos como 'ganadores'.
Se le oculta a la opinión que el trigo estadounidense se exporta, merced al
sistema de subsidios, a precios con un 35% por debajo de los costos de
producción (en 2003 valían 190 dólares por tonelada, una cifra similar a los
de Colombia, pero se exportó a 112), y que por años ha contado con créditos
baratos, públicos y privados, brindados por el Imperio a las colonias y
empresas compradoras para efectuar las transacciones respectivas. También se
practica el dumping para las ventas externas de cebada.
Igualmente, aunque voceros gubernamentales y gremiales peroran sobre
intereses 'ofensivos' de Colombia en productos lácteos, no se sabe cómo se
mantendrá el reducido margen de equilibrio en el mercado cuando vengan las
importaciones de leche, en polvo o larga vida, quesos y mantequilla
provenientes de quien es primer país productor del mundo. No debe olvidarse,
tanto que ése es el sector gringo que recibe mayores subsidios al año por
parte de Tío Sam, aparte de la compra al interior de piensos a bajo precio
se entrega un equivalente de $450 por litro, como que allá la
comercialización está altamente concentrada. No parece fácil solucionar la
sobreoferta que vendrá a punta de 'conquistar nichos' en Estados Unidos.
Esto, de intentarse, deberá hacerse a bajos precios, lo que significa además
que los lecheros subsidiarán los hipotéticos lances exportadores, a lo que
ya se dio inicio con la declaratoria oficial de 'libertad' de precios de
compra al productor.
También se dice que no es posible el ingreso de papa estadounidense. Es
sabida la dinámica mercantil de la papa procesada industrial, precocida o en
presentaciones similares. Estados Unidos ya exporta, en forma de congelada,
600 millones de dólares a varios países y su industria reclama la apertura
de nuevos mercados. Una pérdida de participación de los papicultores
colombianos traería al menos un estado progresivo de precios a la baja, la
ruina 'sin prisa pero sin pausa'.
Miles de familias campesinas de productos de clima frío corren graves
riesgos en el TLC, a las que no se les dictó ya partida de defunción, se les
aplicará el paulatino exterminio; por eso agricultores de 21 municipios de
Nariño, Boyacá y Cundinamarca convocaron a una consulta ciudadana para el
domingo 4 de septiembre sobre ese Tratado. Con seguridad, la respuesta del
gobierno será como la sentencia lapidaria expedida por Jorge Humberto Botero
hace días: 'no nos pidan imposibles. Que negociemos sin costos, que todo sea
ganancia y que no hagamos ninguna concesión... Ese mundo no existe. Pero no
nos pidan que no haya costos, porque es imposible'; todo parece indicar que
la ruana está dentro de los costos del ministro Botero.
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