Haiti: l'importante è che non avvengono più da parte del governo violazioni die diritti umani
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En la década de los 60, durante la dictadura de Duvalier, numerosos intelectuales dejaron Haití y emigraron a otros países del Caribe y Norteamérica. Entre ellos estaba Suzy Castor, una de las investigadoras en derechos humanos más importantes de la región.
Durante 20 años, Castor vivió y trabajó en México, donde apoyó a refugiados y solicitantes de asilo, sobre todo procedentes de América central y del sur. A su regreso a Haití a mediados de los 80, fundó el Centro de Investigación y Formación Social para el Desarrollo, una asociación que a pesar de los ataques sufridos durante el gobierno de Aristide (derrocado hace poco más de un año) todavía funciona y trabaja sensibilizando en universidades y a nivel de base de la importancia de la participación ciudadana.
Suzy Castor, miembro actual del Tribunal Permanente de los Pueblos, ha sido reconocida en varias ocasiones por toda esta labor. Hace unos días, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) le concedió el Premio Juan María Bandrés en defensa de los derechos humanos y los refugiados
En medio de la crisis política, económica y social que vive su país, ¿En qué situación se encuentran los derechos humanos?
Es cierto que tenemos carencias económicas, educacionales, sociales... y que esto, para mí, es una violación de los derechos fundamentales del hombre. Sin embargo, es importante remarcar que en el último año no ha habido una violación de derechos por parte del Estado. Desde que Aristide dejó el poder hemos tenido un Gobierno interino muy débil, pero que no reprime desde el Estado. Se le puede reprochar cuestiones como que no juzgue a violadores de derechos humanos y a gente corrupta, pero no se le puede acusar de atentar directamente contra estos derechos fundamentales.
Entonces, ¿hay un clima favorable para que Haití celebre elecciones presidenciales en noviembre?
Creo que sí y que el próximo mes de febrero tendremos un nuevo Gobierno, aunque es cierto que hay sectores que están haciendo de todo para desestabilizar el país e impedir que las elecciones se lleven a cabo.
Entre estas personas destaca el propio señor Aristide y grupos que viven de actividades ilícitas como el contrabando, la droga y la corrupción, y que tienen miedo a que se reafirme un Gobierno legítimo. Nuestra opinión es, sin embargo, que las elecciones son el paso obligado para poder llegar a una nueva etapa de esta transición que dura ya casi dos décadas.
Los Gobiernos de los últimos años han fomentado la emigración de muchos haitianos. ¿De qué manera puede afectar esto a la reconstrucción del país y a su desarrollo tras las elecciones?
Con el Gobierno de Duvalier, en los años 60 y 70, se dio una emigración masiva. Se marchó mucha gente del campo y de la ciudad, de todas las capas sociales. Y en los últimos años ha pasado algo similar, ha habido una emigración brutal de los haitianos a países como Estados Unidos, Canadá y algunos europeos.
En todo este proceso destaca sobre todo la emigración sistemática de los llamados socioprofesionales, es decir, la fuga de cerebros. Este hecho tiene consecuencias brutales para nuestro país, que durante años soportó el desarrollo de buenos técnicos y profesionales y que ahora que los necesita para avanzar hacia la democracia ve que han emigrado. Esto es algo que va a afectar sobre todo a largo plazo; Haití, que tiene una elevada tasa de analfabetismo, necesita ahora todos sus recursos humanos.
Para contrarrestar esta realidad, el Centro de Investigación que usted dirige tiene en marcha varios programas de formación que buscan sensibilizar a la población para que se implique en el desarrollo de su país. ¿En qué consiste esta iniciativa?
Pensamos que la formación es esencial en Haití por que, tras una dictadura larga, hay cortes en la memoria y en la formación que impiden entender ciertos procesos. Trabajamos formando desde niveles de base, a través de formadores y líderes comunitarios, hasta en universidades. En la actualidad nos centramos sobre todo en el tema de la descentralización y la participación ciudadana; queremos promover la participación, en todos los niveles, porque es indispensable para el desarrollo del país.
¿La gente realmente se implica?
Se implica bastante, a pesar de que con Aristide hubo un desencanto muy grande y una pérdida de esperanza. De hecho, se trata de hacer renacer esa esperanza porque sin ella no puede haber participación. Lo cierto es que la gente participa en la medida en que ve que hay cambios y que la vida para sus hijos puede mejorar. Estamos cansados de esta transición tan larga y todos anhelan entrar en una nueva etapa de refundación nacional. Por eso nos formamos, aunque también necesitamos colaboración internacional.
Por toda esta labor, ¿ha tenido algún problema el Centro de Investigación que usted lidera?
Durante el Gobierno de Aristide el centro fue quemado completamente, pieza por pieza. Allá guardábamos documentación muy valiosa sobre los últimos 50 años en Haití y en la región del Caribe, pero se destruyó toda. Una radio que impulsamos con ayuda de una ONG española también fue quemada en estos actos de vandalismo fomentados por el Gobierno de entonces. Toda esta presión también me afectó a mí directamente, ya que quemaron mi casa. A pesar de todo seguimos trabajando, el centro de documentación está destruido pero seguimos investigando e impartiendo formación.
Antes hablaba de la importancia de la formación por parte de entidades locales, pero también de la necesidad de apoyo exterior. ¿Qué tipo de ayuda puede dar la comunidad internacional?
En estos momentos hay soldados extranjeros desplegados en Haití, pero la labor de la comunidad internacional debe mantenerse una vez celebradas las elecciones. Es duro que haya intervención de tropas; éstas deberían asumir su papel y contribuir al desarrollo del país, por ejemplo, formando a la policía. Además, la cooperación debería ir más allá de lo militar, con recursos económicos y humanos que ayuden realmente a la reconstrucción de Haití.
En este contexto, ¿qué papel tienen las ONG?
Aunque en los años 90 muchas organizaciones internacionales trabajaban en Haití, lo cierto es que han ido retirándose y ahora no hay muchas. Con toda la labor que queda por hacer en nuestro país, espero que se pueda retomar esta colaboración y que muchas entidades se animen a continuar el trabajo que iniciaron hace años.
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