Bolivia: le elezioni possono marcare un punto di non ritorno
Bolivia concentra las miradas del continente y de los centros de poder del norte. A diferencia de lo que ocurre con las elecciones chilenas y el seguro triunfo de Michell Bachelet y la concertación, que tiene como actores principales a los socialistas y demócrata cristianos y la casi displicencia con que es observado este proceso a nivel internacional; el avance del Movimiento al Socialismo, liderado por Evo Morales, despierta no solo una polarización interna entre los bolivianos, sino que motiva también profundo interés entre los centros de poder exterior, de aquellos que ven con simpatía el hecho que la población y los movimientos sociales concluyan un proceso de cuestionamiento y rechazo a un modelo económico y a una gestión estatal que fracasó en su implementación, y también de quienes encabezados por el presidente norteamericano, su departamento de estado y sus aliados cuestionan y buscan presentar este inminente triunfo popular como si constituyera una amenaza a la democracia y la estabilidad continental.
A 24 días de la fecha de las elecciones, hoy 24 de noviembre, las cartas parecen estar echadas. Evo Morales y el MAS, aventajan por 6 puntos porcentuales a su más cercano contendor Jorge Quiroga del partido derechista Podemos formado por los saldos políticos de Acción Democrática Nacionalista fundada por el ex dictador Hugo Bánzer. Las proyecciones indican que el MAS puede llegar y sobrepasar al 40, dependiendo claro está de la estrategia final que apliquen sus estrategas.
Los programas a la sombra del 2003
Las formulaciones programáticas van quedando de lado y los avatares de campaña priorizan un esfuerzo por parte de Podemos dirigido a ubicar a Evo Morales como representante de una propuesta que intensificará los conflictos con el exterior calificándola como de “no viable para Bolivia”, sumando a ello las consabidas y nunca probadas acusaciones de que Evo es un “defensor del narcotráfico”.
El MAS enarbolando su propuesta de una Bolivia Digna, Soberana y Productiva, para vivir bien, plantea el cambio del patrón productivo del país con base en la nacionalización de los hidrocarburos que actuará como palanca económica en beneficio de los sectores productivos en su conjunto. Podemos basa su programa en una negociación para la condonación de la deuda externa con lo cual obtendrían fondos para reducir la pobreza y no toca el tema de los hidrocarburos. Unidad Nacional sugiere el desarrollo de la pequeña empresa como motor económico y adopta una posición intermedia en el tema hidrocarburífero.
Es importante recordar que los hidrocarburos marcan en Bolivia el punto más sensible de la campaña electoral. El año 2003 la población principalmente de la zona andina se movilizó cuestionando el carácter lesivo de los contratos de explotación firmados por Sánchez de Lozada y por otras fuerzas políticas (incluida ADN en la cual militó Jorge Quiroga, actual candidato de Podemos) y la respuesta fue una represión indiscriminada que causó más de 80 muertos. Desde entonces la sensibilidad de todos los sectores está dirigida a confrontar posiciones alrededor de las propuestas políticas en dicha materia.
Lo más valioso es que los sectores populares y los movimientos sociales tienen una clara visión acerca de los nefastos resultados de los contratos firmados bajo la égida neo-liberal y las sobre-ganancias obtenidas por las empresas transnacionales. Y, claro, también los sectores económicamente dominantes no dudan en manifestar sus preferencias por respetar la supuesta estabilidad jurídica derivada de dichos “acuerdos entre partes”. Por esto es que ni siquiera se ha logrado dar cumplimiento a una ley aprobada con mucho esfuerzo por el Congreso boliviano que determino la migración obligatoria de los contratos a un régimen menos lesivo para la dignidad del país y que motiva la posibilidad de que el actual presidente transitorio Rodríguez enfrente un juicio de responsabilidades.
Las otras sombras: los de siempre
Pero, aparentando no haber aprendido la lección, el departamento de estado norteamericano no duda en trasmitir mediante sus voceros, “su preocupación” por los resultados electorales, insinuando que la ayuda norteamericana se reducirá en caso ocurra el triunfo de Evo Morales.
Y no están sólo, por supuesto, que van de la mano con las empresas transnacionales sobre quienes penden sospechas de acciones de chantaje, entre otras las de haber motivado una escasez artificial de gas licuado que motivó una crisis de desabastecimiento durante casi mes y medio, por paradoja, en el país con las mayores reservas de gas de América Latina, así como las de resistir a la aplicación de la migración de contratos establecida por ley.
Se señala que no han aprendido la lección porque en las elecciones del 2003 fue justamente una declaración explícita del entonces embajador norteamericano, la que generó un sentimiento de rechazo abierto por parte de la población y un apoyo multitudinario a Evo Morales.
Sus socios políticos internos no dudan tampoco en descargar baterías publicitarias contra el MAS, atacando a Evo Morales por haber participado en la cumbre alternativa realizada en Mar del Plata junto al Presidente Chávez y a un conjunto de líderes populares latinoamericanos.
La fase final
Aparentemente y a pesar de los ataques, la candidatura del MAS se mantiene sólida y podría llegar o sobrepasar el 40% anotado líneas arriba. Evo Morales ha sentenciado que no acudirá a polemizar con Quiroga. La población boliviana continúa decantando posiciones e inclusive en el sector empresarial hay voces abiertas a la comprensión de este triunfo. La siguientes dos semanas incrementarán definiciones y alineamientos en este proceso que indudablemente tiene todo para convertirse en un hito de no retorno y de rechazo al neoliberalismo. Bolivia en elecciones dirimirá entre una nueva propuesta de dignidad y soberanía frente a las fuerzas del pasado. América Latina y el mundo serán testigos excepcionales de cómo esta posibilidad ha ido gestando su conversión a una potencial y floreciente realidad.
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