Perù: TLC, terrorismo e antichavismo
Fue por ello que ingresó al premierato con la consigna de firmar el TLC como sea, cortando el debate que había empezado entre los peruanos. Y por eso fue a Washington para cerrar la negociación técnica donde todo estaba entrampado y sacó en tres horas un acuerdo que hasta ahora se esconde por obvia vergüenza. El TLC es ahora la espada de Damocles y la carta de reserva para encauzar al próximo gobierno. De la que se considera que no podrá apartarse. Y la que será votada por el actual parlamento después que sepan quién es el nuevo presidente. O sea para colocarle una camisa de fuerza, sobre todo si es alguien votado para producir cambios en el modelo económico.
Fue también el primer ministro el que empezó sus funciones tocando tambores de guerra antiterrorista y previendo un rebrote que nadie había visto. Y el que se montó en la coyuntura de los policías emboscados en la selva para inflar las cifras de senderistas libres, que supuestamente habrían vuelto a la actividad armada, y para exagerar hasta el delirio la de los policías muertos para alucinar un desangramiento. Todo apuntado a que el campo electoral se deslinde en torno a la violencia política y a medidas de represión extrema que podrían comprometer seriamente los derechos políticos de la población. Definitivamente la intención era decir no discutan de TLC, privatizaciones, nueva Constitución, cambios institucionales cuando el tema es el nuevo Sendero. García es quién con mayor vehemencia se ha plegado a esta maniobra política, seguramente por sentir que no tiene nada que decir en otros campos.
Ahora estamos ante el tercer acto. Que Ollanta Humala visite Venezuela y que Hugo Chávez y Evo Morales le deseen suerte, no debería escandalizar a nadie. Pero en el Perú ha ganado todos los titulares de prensa y los más exaltados editoriales. Pero lo más impactante es que ha derivado en un incidente diplomático con retiro de embajador y todo. Nuevamente la mano gringa de PPK ha funcionado como maquinador de un sainete, en el que todo es falso, salvo las consecuencias políticas del acto. Kuczynski sabe bien que está haciendo y es claramente consciente que está poniendo al Perú en el centro del conflicto Washington-Caracas. Es Bush el campeón de la ingerencia, el que toma exámenes a los gobiernos, y el que ha tratado varias veces de derrocar a Hugo Chávez. Pero la derecha peruana y el gobierno dicen que se trata de un loquito con petróleo. Y que cualquiera haría lo que hace (programas sociales intensivos, inversiones de desarrollo, alianzas estratégicas con sus vecinos) si tuviera tanto petróleo. Tremenda mentira, porque si descubrieran petróleo en el Perú, dirían que no se puede explotar y lo entregarían a los extranjeros y los liberarían de impuestos. Es decir no nos serviría de nada, como no nos sirve el gas, el cobre, el oro, etc.
Claro que en esto también interviene el estilo del presidente. Porque así como en torno al TLC, don Toledo tenía la obsesión de llegar a nivelarse con Lagos que ya tenía su tratado y de ganarle la partida a Uribe firmando primero con los Estados Unidos, lo que siempre me recordó la conducta del sobón de la clase, en lo de Chávez debe estar más que contento de poder estar repitiendo el papel de su amigo Vicente Fox.
Perritos falderos todavía le quedan varios a la administración norteamericana, aunque haya perdido bastante terreno en los últimos años. Pero hay los que se prestan al ridículo mundial de convertir una visita particular de un candidato que tiene el derecho de ser chavista, como Lourdes es bushista, en una crisis diplomática. Llevando las cosas, por supuesto, mucho más allá del incidente original, ganándose la sonrisa y el agradecimiento del imperio. Felizmente Toledo ya no tiene juego político de largo plazo. El país quiere que se vaya cuanto antes y va a querer que se vaya con todo lo que representa. Incluido PPK.
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