Perù:tra due sinistre
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Las elecciones presidenciales celebradas el domingo 4 de junio en Perú, con victoria de Alan García, del histórico partido APRA, puede que hayan sido los comicios más particulares de la historia peruana y unos de las más singulares de Latinoamérica. Por vez primera no competían candidatos de distinto signo ideológico –derecha e izquierda-, o de signo similar –derecha y derecha- como había ocurrido hasta el momento, sino dos candidatos de izquierda, socialdemócrata uno, de la izquierda indigenista el otro. Un hecho inédito, precedido por otro no menos notable, como la derrota en la primera vuelta de la candidata de la derecha, Lourdes Flores, y el triunfo de Ollanta Humala, cuyo partido resultó el más votado y, por tanto, el que mayor número de diputados obtuvo.
La sacudida continental que han significado el triunfo repetido de Hugo Chávez, en Venezuela, y el de Evo Morales en Bolivia, sumado al ascenso de coaliciones de izquierda o centro izquierda en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, dio a las elecciones peruanas una importancia que, en otras circunstancias, no hubieran tenido. La derrota de Lourdes Flores en la primera vuelta fue el primer shock, pues implicaba que la derecha quedaba fuera de la lid electoral. El segundo shock para la derecha y sus aliados externos fue tener que optar por Alan García como mal menor, ante el horror que les causaba el posible triunfo de Humala, más próximo a Chávez y Morales.
La experiencia de García
Alan García fue presidente entre 1985 y 1990 y su Gobierno uno de los más controvertidos de Perú. Desde posiciones de izquierda, nacionalizó la banca, limitó el pago de la deuda externa al 10 por ciento de las exportaciones peruanas, prohibió a las empresas extranjeras extraer divisas y se enfrentó al Fondo Monetario Internacional (FMI). En política exterior asumió una línea beligerante contra Estados Unidos y en favor de la revolución sandinista en Nicaragua. Durante su toma de posesión, en julio de 1985, se formó el Grupo de Apoyo a las gestiones de paz en Centroamérica del Grupo de Contadora, lo que provocó una gran irritación en Washington. Pese a su prometedor inicio, la parte final de su mandato estuvo marcada por una terrible crisis económica y por las acciones terroristas de Sendero Luminoso. Cuando entregó la presidencia a Alberto Fujimori, su popularidad estaba destrozada.
Estos antecedentes lo convertían en un candidato ingrato para la derecha y EEUU. Sin embargo, la irrupción de Humala y la derrota de Flores transformaron el espectro político peruano, obligando a un forzado reacomodo detrás de García, como barrera ante el ascenso del ex militar Humala. Las discrepancias entre García y Humala no pueden hacer olvidar otros hechos relevantes: García ganó con el 52,77% de votos, por el 47,23% de Humala, es decir, a este último le faltó un 2,78% de votos para obtener la victoria. Por otra parte, Humala triunfó en quince de los veinticuatro departamentos del país, por nueve de Alan García. Su partido, en fin, es la primera fuerza política en el Parlamento peruano, con 45 diputados, por 36 del APRA. Todo ello da a Humala un peso esencial en el nuevo mapa político peruano. Tampoco cabe olvidar que, programas en mano, hay más coincidencias entre García y Humala que entre García y Lourdes Flores.
Alternativa de izquierdas
Perú estrenará un nuevo Gobierno de centro izquierda, que deberá buscar entendimiento y apoyo en un Parlamento dominado por una mayoría de izquierdas. Dado los niveles de efervescencia en el país, los ejemplos movilizadores de Bolivia y Venezuela y el reto de dar respuesta a la miseria y la desigualdad, García tendrá un margen de maniobra limitado, pues necesita aliados para gobernar. Humala, por su parte, ha perdido y ganado al mismo tiempo. Aunque no haya vencido en las elecciones, su poder en Perú lo hace insoslayable y, si sabe administrarse, será presidente del país.
Cualquiera que sea el análisis, algo parece fuera de dudas. Perú no ha votado a la derecha, sino a la izquierda. Alan García está más próximo a la Latinoamérica de Lula, Kirchner, Bachelet y Tabaré Vázquez, que a la de Álvaro Uribe y Vicente Fox. En Perú no se ha detenido el avance de las fuerzas del cambio. Todo lo contrario, se ha consolidado, con una particularidad: en Brasil, Argentina, Chile, Bolivia o Venezuela los gobiernos están sometidos al marcaje (Mundial de fútbol obliga) de la derecha. Alan García tendrá el marcaje desde una izquierda combativa. Y que EEUU deba celebrar la victoria de Alan García prueba lo mal que anda su influencia en Latinoamérica.
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