Entrevista a Noam Chomsky sobre la situación de Brasil y su relación con EEUU
29 de enero de 2004
"Sólo con apoyo interno el gobierno Lula podrá romper con la subordinación a las políticas imperiales"
João Alexandre Peschanski de Cambridge (EUA)
Brasil de Fato. Tomado de http://www.jubileubrasil.org.br y traducio para Rebelión por Mauricio Rodríguez G.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, solo, no tiene fuerzas para romper con la subordinación a los Estados Unidos y con la política imperial de las corporaciones. En entrevista exclusiva a Brasil de Fato, el profesor estadounidense de lingüística Noam Chomsky afirma que sólo con la movilización del pueblo brasileño, cooperación internacional e concientización de la población de los EUA Lula podrá crear una alternativa de desarrollo para Brasil. Chomsky, 71, lingüista estadounidense, es profesor en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Uno de los principales críticos da política y del sistema mediático de su país, ha escrito más de 60 libros, 23 de ellos sobre la política de EUA. Actualmente, es uno de los más renombrados pensadores de izquierda.
George W. Bush defiende invasiones, como la de Irak, y represiones a manifestantes antiglobalización, como la de Miami en la reunión del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), diciendo que forman parte de la lucha por la libertad. ¿Qué es esa libertad?
El pueblo brasileño sabe bien de que se trata. En Brasil, en el período de la dictadura, los militares justificaban la violencia y la represión diciendo que lo hacían en nombre de la libertad. En el momento del golpe de Estado militar, en 1964, el gobierno estadounidense mandó una carta a los militares brasileños felicitándolos por haber proporcionado una de las mayores victorias de la libertad en el siglo XX. Para Bush, libertad quiere decir "haga lo que yo quiero." Y eso no es contradictorio con organizar golpes militares neo-nazis o, gracias al modelo neoliberal, impedir que gobiernos democráticos, como el de Lula, logren hacer cambios fundamentales en sus países. La libertad de Bush es seguir totalmente lo que él quiere y, si algún país se resiste, ese país tendrá su economía destruida.
¿Esa "libertad" es impuesta por las corporaciones?
Ella es impuesta por una red de arreglos económicos internacionales, que funcionan de tal forma que garantizan que los gobiernos no tienen como existir a no ser que acepten las órdenes de esa red. Así, aunque ellos puedan intentar definir sus políticas en defensa del pueblo, los gobiernos acaban muchas veces haciendo el juego de las corporaciones e instituciones financieras. Los gobiernos, inclusive el brasileño, tienen dos constituciones: la de su pueblo y la de los inversionistas internacionales. Y generalmente es la segunda la que prevalece, porque los inversionistas amenazan al gobierno, debilitan la moneda, dictan políticas públicas. Ellos tienen el poder de destruir un gobierno. Todos los elementos del paquete neoliberal fueron pensados para restringir la democracia. Cuando Brasil, por ejemplo, privatiza una institución, privatiza una parte de su economía y de su política. Reduce su arena pública y debilita su democracia. Lo mismo ocurre con la privatización de servicios, como educación, salud, seguridad y jubilación. La vida y la ciudadanía son transformadas en asuntos privados y puestos a la venta. Eso elimina la arena pública casi integralmente y vacía la democracia y la libertad, algo que Bush puede decir y citar, pero que políticamente no quiere decir nada, pues está vacío.
¿Cuáles son las principales consecuencias de los cuatro años de gobierno de Bush para los estadounidenses?
Las personas que están al comando del gobierno estadounidense tienen una agenda muy clara: quieren hacer en Estados Unidos lo mismo que quieren hacer en Brasil y en el resto del mundo, esto es, eliminar el sistema democrático y acabar con las conquistas sociales del siglo pasado. Mientras restringen el poder de otros gobiernos en el mundo entero, desean aumentar el tamaño y la fuerza del gobierno estadounidense para que sirva a los intereses de un grupo reducido de privilegiados. En esa lógica, todo lo que el gobierno hace bien para la población precisa ser desmontado: jubilaciones, salud, educación, etc., y sólo deben sobrar los impuestos. En el campo de la salud, el gobierno invierte miles de millones de dólares para ayudar a las corporaciones a desarrollar remedios, que son vendidos a precios exorbitantes, en una inversión de valores, pues lo público financia lo privado para perjudicarse. Al mismo tiempo, de acuerdo con la ley, los estadounidenses no tienen derecho de comprar remedios en Canadá, donde son más baratos. El pueblo siempre sale perdiendo y quienes ganan son las corporaciones farmacéuticas. En EUA, 80% de la población está a favor de la salud pública y gratuita. Pero Bush dice que eso no es políticamente posible.
Internacionalmente, ¿cuál es la principal característica del gobierno Bush?
Los tratados de libre comercio son un buen ejemplo de como la política de Bush funciona internacionalmente. Es el libre comercio implementado de cualquier forma: invasión, presión política, amenazas. En la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en Cancún, Brasil intentó alguna resistencia, pero de forma limitada. Lula cuestionó los subsidios gubernamentales a la agricultura de los países ricos, pero lo que realmente importa es cuestionar la actuación de las grandes corporaciones de agro-negocio que dominan la producción y la política agrícola del mundo. La política impuesta por las corporaciones, en realidad, no tiene nada de libre comercio. [El economista inglés del siglo XVIII] Adam Smith se reiría si le dijeran que eso que vivimos hoy es libre comercio. Para Smith, la base del libre comercio es la libre movilización de las personas. Basta ver el número de mexicanos muertos y presos en la frontera con Estados Unidos para tener certeza de que el libre comercio no trae libertad para las personas. La creación del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (ALCAN o NAFTA, en inglés), en 1994, fue acompañada por la militarización de la frontera entre México y EUA, lo que nuevamente nos revela la política de Bush: maximizar los lucros de las corporaciones y subordinar al pueblo. Si usted lee el último informe del Banco Mundial sobre el Nafta, verá que los inversionistas extranjeros aumentaron en México, pero no tienen compromiso con el desarrollo del país. Además, el total de inversiones en México cayeron a causa de la imposibilidad de que empresas locales compitan con las grandes corporaciones. Cada vez más, por causa del Nafta, la economía y la política de México son orientadas por las transnacionales. El comercio entre Estados Unidos y México no aumentó de hecho; lo que aumentó fue la cuantía de dinero que las corporaciones mueven entre sí más allá de las fronteras. Por ejemplo, si la General Motors hace carros en México, donde puede pagar menos a los trabajadores y desacatar leyes de medio ambiente, y os envía a Estados Unidos, eso no es comercio, sino una operación interna de una corporación que se beneficia de acuerdos internacionales.
¿Las consecuencias del ALCA serán las mismas del NAFTA?
Claro. Los dos acuerdos están basados en los mismos principios y se resume en aumentar el poder de las corporaciones, que son enormes tiranías internacionales. El ALCA significa sumisión a la política de as corporaciones y renuncia al desarrollo económico de los países, pues ninguna transnacional va a apoyar el fortalecimiento de competidores. Para América del Sur, aceptar el ALCA es renunciar a desarrollar su propio polo industrial. Inmediatamente Estados Unidos, después de firmar el ALCA, irán contra las reglas todas las veces que quieran y nadie va poder reclamar, pues son el país más rico y poderoso. Puede parecer simplista, pero el ALCA funciona, de hecho, con la lógica de la colonización.
¿Lula ofrece una real resistencia a esa recolonización?
Él está intentando hacer resistencia, mas no mucha. Eso era previsible. Un gobierno popular de izquierda en Brasil tendría que ser más reaccionario que sus antecesores, pues tendría que preservar lo que los dueños del mercado llaman credibilidad de parte de los inversores internacionales. Tampoco se puede criticar a Lula pues no hay muchas opciones en este sistema complicado. El único modo de sacar al gobierno de esta línea - y cambiar el rumbo del país - es expulsar y rechazar el sistema. Para eso, la primera etapa es cancelar el pago de la deuda externa, que no es legítima. También es necesario hacer la distribución de renta y de propiedad, para colocar a Brasil en el eje del desarrollo y sacarlo de la subordinación a los imperativos de las corporaciones. Para que la ruptura con el sistema ocurra, es preciso mucho apoyo interno. El pueblo precisa estar listo y dispuesto a entender las consecuencias: resistir a ataques del sistema, luchar, trabajar para crear un nuevo proyecto de desarrollo. Se precisa de cooperación internacional, y el MERCOSUR consolidado puede ser una importante herramienta. Finalmente, son necesarios movimientos de solidariedad dentro de Estados Unidos y de otros países ricos, para impedir a sus gobiernos realizar intervenciones militares. Pasadas esas etapas, Brasil tendrá como realizar verdaderos cambios estructurales que beneficien a su pueblo. Es un camino largo y que depende de la organización de los movimientos sociales.
Usted firmó una carta dirigida a Lula, pidiendo que la dirección del Partido de los Trabajadores (PT) reconsiderase la expulsión, del partido, de diputados y de la senadora Heloísa Helena. ¿Cuál es su evaluación sobre la situación del PT?
No puedo hablar de Brasil de la misma manera como las personas que están dentro del país. A mí entender, expulsar esos diputados fue pésimo. No creo que diputados deban ser expulsados por no aceptar imposiciones del partido. Por esto firmé la carta, porque creo que va contra el principio de democracia que el PT carga.
¿Cuál debe ser la estrategia de los movimientos sociales brasileños con relación al gobierno?
Los movimientos sociales precisan llevar el gobierno hacia su lado. Es preciso entender que el gobierno no es un agente independiente. Hay imposiciones extranjeras, amenazas de estrangulamientos económicos e intervenciones militares que obligan al gobierno a actuar con cautela. Esas amenazas pueden ser vencidas, pero la lucha debe ser muy intensa. Por eso, los movimientos sociales, más que nunca, tienen que organizar todavía más su base y movilizar a la población brasileña. Hoy, la movilización en Brasil ya es tremenda, pero precisa ser todavía mayor. Lo mismo es necesario que ocurra en Estados Unidos, donde, si usted pasea por la calle y pregunta a las personas qué cosa es el libre comercio, casi nadie sabrá responder. Es necesario aumentar la conciencia política y la movilización de los estadounidenses - eso será una gran herramienta para la victoria en Brasil.
¿Cómo está la movilización en Estados Unidos?
Mayor que hace 10 o 20 años, aunque todavía insuficiente. Hay cada vez más descontento con el gobierno y con las corporaciones, y esto es un gran avance. Difícilmente, hoy, la población estadounidense dejaría que las fuerzas militares atacasen Brasil si este país decidiese no seguir las reglas del libre comercio. Habría manifestaciones y protestas.
Cuando Lula ganó las elecciones, el diario estadounidense The Washington Post publicó una editorial donde decía que Bush debería hacer algo para no permitir que Brasil fuese gobernado por un peligroso comunista. ¿Usted está diciendo que el gobierno estadounidense no invadiría Brasil?
El gobierno estadounidense no tiene fuerza suficiente para invadir Brasil, lo que no quiere decir que no lo intentaría. Al mismo tiempo, en nuestro mundo, hay otros mecanismos para derribar un gobierno y el principal de ellos es el estrangulamiento económico. La trayectoria de Brasil, y de Lula, ciertamente no será fácil.
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