Latina

Argentina: intervista a Adolfo Boy sugli obiettivi della Monsanto nel paese

ingegnere agronomo e membro del gruppo di riflessione rurale (GRR) che ha deciso di non dare tregua alla multinazionale Monsanto sul tema della soia transgenica
26 febbraio 2004
Carlos Caillabet
Con Adolfo Boy Las tramoyas de Monsanto y su Sobrina Nidera Argentino, ingeniero agrónomo con énfasis en horticultura, Boy fue técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) durante 36 años, y director de la Estación Experimental de la Facultad de Agronomía de San Pedro. Actualmente integra el Grupo de Reflexión Rural (GRR), decidido a no dejar en paz a la multinacional Monsanto. MONSANTO NO SE VA Boy es categórico: “La transnacional Monsanto fue la que disparó la explosión del cultivo de soja en Argentina”, dice y advierte que “diario Clarín es la vanguardia cuando se trata de defender los intereses de Monsanto y de promocionar la producción de soja”. Y para corroborar esta afirmación no es necesario revisar viejos archivos. El pasado, 9 de febrero, Clarín se despacha con una promisoria evaluación de la economía de la Argentina gracias a la producción de soja (ver recuadro 2). -¿Cómo actúa y cómo llega Monsanto a conquistar el mercado agrícola argentino? -Monsanto es el protagonista de esta revolución que implican los transgénicos, aplica su estrategia de transnacional y aparece bajo distintas máscaras. Generalmente marca un perfil bajo e incluso trata de no aparecer. Monsanto busca subsidiarias locales y a través de ellas actúa. Aproximadamente, entre 1985 y 1990, a nivel mundial, Monsanto realiza un estudio de mercados. Se le pregunta a los productores agrícolas qué aceptación tendrían semillas con resistencia a ciertas plagas, una especie de semilla ideal. Y, resulta, que es en la Argentina donde la propuesta encuentra mayor receptividad porque previamente se había logrado involucrar a los chacareros en lo que se dio en llamar la revolución verde. Entonces Monsanto busca un socio local y así aparece la empresa Nidera. En la actualidad Clarín Rural -que es el paradigma de la manija biotecnológica-, dice que nosotros atacamos a Monsanto y que cuando Felipe Solá (Ingeniero agrónomo; secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación durante la administración de Carlos Menem. Febrero 1993- agosto de 1998) libera la venta de soja transgénica -en 1996-, Monsanto no estaba en el negocio lo cual es mentira. A esa altura Monsanto le había vendido a Nidera la patente de lo que hace que la soja resista al herbicida. Se pude decir que Nidera es Monsanto. -O sea que Monsanto vende a Nidera el descubrimiento en ingeniería genética que le da a la planta de soja resistencia a determinados herbicidas. -Si. Pero conviene hablar de eventos porque a veces se habla de ingeniería genética y se dice que se le introduce un gen a las plantas para tal o cual cosa. En realidad se trata de un paquete tecnológico de genes, de promotores, de trozos de virus para que las plantas bajen las defensas. -Entonces se vende al mercado agrícola una semilla que va a precisar determinado herbicida. -Claro. Antes un productor usaba cuatro herbicidas y ahora usará uno sólo que lo produce y lo vende Monsanto. Ese paquetito tecnológico al que me refiero es el que está patentado pero no tiene ningún valor si no se lo introduce en una planta de rendimiento comprobado en una zona determinada. Y este trabajo lo hizo durante años el INTA, las facultades, los organismos de desarrollo de la Argentina y con dinero público. En 1964 yo ingreso al INTA y uno de mis primeros trabajos consistió es un ensayo -en toda la Argentina- de cultivos de soja. Veinte años de trabajo nacional acumulado son tomados por Nidera que le pone la patente y empieza a vender -gracias a la autorización de Solá- una semilla resistente al glifosato que lo vendían ellos mismos. -¿Cómo es que privados se apropian de los resultados de la investigación nacional? -En Argentina la investigación es abierta. -¿Cabe la posibilidad de que científicos argentinos estuvieran trabajando para Monsanto desde centros de investigación públicos? -No puedo afirmarlo, pero sí creo que algunos técnicos pueden haber pecado de inocentes. La realidad del Tercer Mundo señala que la ciencia y la investigación carecen de recursos y entonces se apela a los fondos que llegan de las transnacionales. Con el trigo pasa lo mismo. Hay un proyecto financiado por una multinacional que se lleva adelante en Uruguay y Argentina para obtener trigo en siembra directa. -Las razones que motivan a los productores a plantar soja ¿obedecen más a elementos culturales o a cálculos de rentabilidad? -Las dos cosas. Nuestros productores son receptivos a la innovación tecnológica y padecen de cierto enamoramiento de la ciencia. Creen que ciencia y progreso son sinónimos, y no siempre es así. Es importante señalar que la tecnología de los transgénicos en la Argentina no fue algo impuesto sino que el productor la quiso y la adoptó. Durante el gobierno de Carlos Menem es que se da la producción masiva de productos para la exportación. Estamos hablando de las “comodities”. -¿Qué significan los “comodities”? -Los diccionarios de inglés dicen que comodities es lo obtenido de la producción agropecuaria o minera, pero tenemos que agregar a esta definición que comodities son productos producidos a granel con muy bajo costo y que sirven para muchas cosas pero generalmente su proceso culmina en el consumidor que lo ingiere. A este proceso, a partir del 90, se le dio manija por todos los medios. Es lo que conocemos como agroindustria. Este fenómeno se da debido a que los productores se desesperan por comprar la semilla que vende Nidera. En 1996 la soja transgénica inunda el país porque el productor agropecuario descubre que puede hacer más cultivos de soja aunque desplace a otros cultivos. Se bajan costos. Pero como está probado -en publicaciones de 1998- cuando todavía había soja tradicional, ésta era más rentable que la transgénica porque a la transgénica había que comprarla y a la tradicional el chacarero la guardaba de un año para otro. -Entonces ¿cómo se expande la soja transgénica? -A través de lo que se llama la bolsa blanca. -¿Qué significa la “bolsa blanca”? -Se le llama así a las bolsas de semillas que los productores se pasan entre ellos casi sin costo alguno. Es significativo que sólo el 20 por ciento de la semilla la vende Monsanto pero esto no le importa a esta transnacional pues lo que quería era tener productores “adictos”. Pero cuando a Monsanto se le vence la patente del glifosato los chinos comienzan a producirlo y este llega a la Argentina a la mitad de precio que lo que lo vende Monsanto. Entonces el productor parte de una bolsa blanca de costo cero y un glifosato cada vez mas barato aparte de la mano de obra que se ahorra. -Estados Unidos también produce soja transgénica en gran escala y su producción es más cara que en la Argentina -En Estados Unidos también se liberan los transgénicos y los chacareros observan como los argentinos producen soja de una manera impresionante y a menores costos. Los productores denuncian esto al gobierno estadounidense y una oficina de seguimiento denuncia a Monsanto de practicar una doble política: a ellos les está prohibido guardar semillas de un año para otro y si la guardan tienen que pagar un peaje técnico mientras que en Argentina no. Pero nadie menciona que en el informe de una delegación de esa oficina de seguimiento contable de prácticas comerciales de los Estados Unidos se habla de Nidera pero la denuncia es contra Monsanto. Así que Clarín Rural no venga con que Monsanto no estaba en el negocio. También dice ese informe que Nidera presenta la soja RR con toda la información que le da Monsanto pero no la patenta para que el productor haga su semilla libremente. En enero de 2000 sale este informe y ese año Monsanto patenta el evento pero ya la Argentina esta inundada con esa soja. A partir del 2000 esta transnacional comienza a decir que su negocio es la semilla porque su patente de glifosato se vence y demandan al gobierno chino por dumpping. Pero hacen esta demanda en un momento que Argentina vende la mayor parte del aceite de soja a China. Entonces el gobierno argentino no toma medidas contra el gobierno chino y Monsanto pone el grito en el cielo y amenaza con retirarse de la Argentina que es un caos, que no se respeta la propiedad intelectual pero nada dicen que ellos no lo patentaron porque no les interesaba: la “droga” debía correr, debía expandirse. -Monsanto anunció discontinuar su programa de investigación en soja y suspender la venta de semillas en Argentina debido a la piratería de sus semillas. -Sí, pero enseguida salió a aclarar que no se retirará de la Argentina. Y de retirarse Monsanto queda a través de Nidera. Carlos Caillabet © Rel-UITA 25 febrero de 2004

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