Haiti: Aristide e' fuggito
Arrivano 200 marines come parte di una forza internazionale tesa a ristabilire l'ordine dopo disordini con 10 morti e molti feriti, mentre nella capitale si riuniscono oppositori civili e la nuova autorita'
1 marzo 2004
AFP Y DPA
Fonte: http://www.jornada.unam.mx
México D.F. Lunes 1 de marzo de 2004
Llegan 200 marines como parte de una fuerza internacional para ayudar a restablecer el orden
Aristide dimite; Boniface Alexandre asume la presidencia de Haití
Caos en la capital deja 10 muertos; hoy se reúnen opositores civiles y nuevas autoridades
AFP Y DPA
Puerto Principe, 29 de febrero. Unos 200 marines estadunidenses fueron desplegados hoy en Haití como parte de una avanzada de la "fuerza internacional" para ayudar a restablecer el orden en esta nación sumida en la anarquía tras la renuncia esta madrugada del presidente Jean Bertrand Aristide. La presidencia interina fue asumida por el titular de la Suprema Corte de Justicia, Boniface Alexandre, quien prestó juramento ante el embajador estadunidense, James Foley, y su par francés, Thierry Bukard.
La oposición política anunció que acepta el acuerdo propuesto la semana pasada por la comunidad internacional, la cual había rechazado porque consideraba la permanencia en el poder del ahora ex gobernante. Para este lunes está previsto que líderes de la oposición civil mantengan una reunión con Alexandre, abogado de 60 años que cuenta con el reconocimiento tanto de opositores como de grupos armados.
Trascedió que el dirigente opositor André Apaid ha sostenido incluso alguno contactos con representantes de los grupos armados que se sublevaron el pasado 5 de febrero para encontrar una salida a la incertidumbre que prevalecía este domingo.
Apenas se conoció la renuncia y salida del país de Aristide, esta capital y otras ciudades fueron escenario de espontáneas manifestaciones de júbilo. Pero en Puerto Príncipe también hubo saqueos y enfrentamientos entre seguidores de Aristide e integrantes de los grupos armados formados por ex tonton macoutes (policía represiva de la dictadura duvalierista, muchos de los cuales fueron miembros de milicias pro Aristide).
A pesar de que el líder del paramilitar Frente Revolucionario Nacional, Guy Philippe, sostuvo que sus fuerzas depondrían las armas, y suspendían su avance hasta esta capital, una veintena de hombres armados ingresaron a los suburbios de Puerto Príncipe, donde sostuvieron algunos enfrentamientos con seguidores armados de Aristide, conocidos como chimeres. Al cierre de esta edición se había reportado la muerte de al menos 10 personas.
No hubo reportes sobre cuál era la situación en el resto del país, aunque los grupos armados congregados en el Frente Revolucionario Nacional mantenían sus posiciones en cinco de los nueve departamentos del país, todos del norte, tomados desde el pasado 5 de febrero.
El embajador estadunidense, James Foley, aseguró que tropas de una "fuerza internacional" llegaron a Haití. Los "primeros elementos de la fuerza internacional ya están en el terreno y esta fuerza llegará muy rápido para garantizar la seguridad del país", declaró Foley a Radio Kiskeya.
Al cierre de esta edición, agencias de prensa reportaron la llegada de un pequeño grupo de marines como vanguardia de una fuerza internacional de seguridad. "Estamos aquí para proteger los intereses estadunidenses", dijo un mayor en el aeropuerto.
Horas antes, un alto funcionario del Pentágono citado por Afp refirió que unos 200 infantes de marina de Estados Unidos partieron hacia Haití desde Camp Lejeune, Carolina del Norte.
También se avistaron fuerzas especiales canadienses desplegadas en el aeropuerto para proteger la salida de ciudadanos de su país, según informó la cancillería canadiense. Sin embargo, a la llegada de los marines se reportó que antes de los efectivos estadunidenses arribaron las primeras tropas internacionales de paz de Canadá.
Foley hizo el anuncio de la presencia de los efectivos estadunidenses a las 17 horas (local), unas cinco horas antes de que el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobara el envío de una "fuerza internacional" a restaurar el orden en Haití.
El embajador Foley aseguró que "ya hay disposiciones adoptadas para mantener la seguridad de la capital. Soy muy optimista sobre el futuro, con la salida de Aristide se da una vuelta de página".
Previamente, Foley participó en la cereomia de la toma de protesta del nuevo presidente Alexandre, la cual tuvo lugar en la residencia del primer ministro Yvon Neptune, político cercano a Aristide.
El relevo
A las 9:30 horas (local), tres horas después de la salida de Aristide, Alexandre dijo en conferencia de prensa que asumiría la presidencia del país.
"El presidente acaba de presentar su renuncia y de acuerdo con lo que la Constitución prescribe, el interinato debe ser asumido por el presidente de la Corte", dijo el máximo juez del país.
Sin embargo, el nombramiento tiene que ser sancionado por el Parlamento, el cual no existe, ya que el pasado 13 expiró el mandato de la última Legislatura, y no se organizaron elecciones legislativas debido a la falta de garantías por parte de Aristide.
Durante la ceremonia de asunción de Alexandre, Neptune declaró que la renuncia de Aristide se daba para "evitar un baño de sangre" en el país.
Alexandre, tras asumir la presidencia en la oficina de Neptune, ante la presencia de Foley y de su par francés Thierry Bukard, pidió telefónicamente al secretario general de la ONU, Kofi Annan, el despliegue de una fuerza internacional que garantice el orden en el convulsionado país caribeño. El nuevo presidente, quien hizo un llamado a la calma, fue escoltado desde la mañana por efectivos estadunidenses.
Tras conocerse la renuncia de Aristide, miles de sus partidarios armados salieron a la calle lanzando proclamas en su favor y amenazando con "cortar las cabezas" de sus enemigos.
Los chimeres recorrían la ciudad en camionetas y automóviles mientras hacían disparos al aire o quemaban locales y comercios de personas identificadas como opositores a Aristide.
Los chimeres controlaban algunos barrios, donde realizaban incursiones en casas de opositores, aunque no se ha aclarado el número de víctimas de estos hechos.
Grupos armados con rifles M-16 realizaron disparos contra vehículos, lo que aumentó el caos. La ciudad se llenó de barricadas incendiarias, particularmente en las cercanías del palacio presidencial, y numerosos comercios fueron saqueados. Imágenes televisivas tomadas desde puntos altos mostraban las columnas de humo provocadas por las barricadas y algunos comercios incendiados.
La penitenciaría nacional, principal centro carcelario del país, fue asaltado y fueron liberados unos 2 mil presos, entre ellos el ex general Prosper Avril, ex presidente de 1988 a 1990, detenido sin que se le haya sometido a juicio.
Otros edificios oficiales céntricos también fueron saqueados por la muchedumbre. Una gasolinera fue incendiada y una mansión situada en la misma calle del Palacio Nacional fue saqueada por partidarios de Aristide.
En el suburbio de Petionville fue avistado un grupo armado integrado por unos 20 efectivos que llegó al hotel Rancho. Los paramilitares ofrecieron su apoyo a la policía para restaurar el orden, sin embargo, se marcharon al barrio de Delmas 33, donde ocurrían numerosos saqueos por parte de chimeres.
Tras la partida de los paramilitares, la comisaría fue saqueada por segunda vez en la semana. Los reportes de periodistas en ese lugar dan cuenta de cómo la gente se llevó uniformes, gorras, cascos y mobiliario, entre otros objetos.
Luego del asalto de la estación policial, la muchedumbre saqueó bodegas de alimentos y comercios, los cuales fueron defendidos por sus dueños, armados con pistolas y machetes.
Hasta el cierre de esta edición se habían contabilizado 10 muertos en diferentes sectores capitalinos. En el céntrico barrio de Lalue había cuatro cadáveres, mientras que otros seis fueron encontrados en el barrio de Carrefour.
Con estas nuevas víctimas, hasta ahora han muerto poco más de un centenar de personas desde el 5 de febrero, cuando inició la revuelta armada contra Aristide.
Se ignora si se trataba de saqueadores muertos por la policía o de vecinos, o si fueron ultimados por partidarios de Aristide, por opositores armados o en enfrentamientos entre bandas criminales armadas.
Llamado de Evans Paul
La oposición civil lanzó llamados a los chimeres para poner fin a la violencia. Evans Paul, líder opositor, en mensajes de radio transmitidos en el transcurso de la tarde les dijo: "Chimeres, el país está en sus manos. Aristide se ha ido, es un día de alivio para el país. Los queremos ayudar. Detengan la violencia, depongan las armas si no quieren que ocurran desgracias".
El toque de queda fue ordenado ante la caótica situación imperante en Puerto Príncipe desde las 18 horas (local) del domingo y estará vigente hasta las 6:00 horas de este lunes, anunció el jefe policial Rudy Berthomieux.
El líder paramilitar Guy Philippe reconoció "incondicionalmente" a Alexandre como nuevo jefe de Estado interino y anunció que los líderes del Frente de Resistencia Nacional "no tenemos la intención de seguir luchando"; ofreció su apoyo también a la oposición civil y a la comunidad internacional.
Philippe, ex jefe de la policía acusado de narcotráfico y de numerosas violaciones a los derechos humanos, abogó por una solución política. "Ahora será necesario sentarse alrededor de una mesa para dialogar. No es más la dialéctica de las armas, sino el arma de la dialéctica la que debe prevalecer", agregó el jefe paramilitar.
Philippe también aclaró que sus fuerzas están a una hora de la capital. "Si nos necesitan, si la oposición política y la comunidad internacional nos piden ayuda, iremos a Puerto Príncipe", agregó.
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"La vida para todos, la muerte para nadie", expuso el ex gobernante; viajó a Centroáfrica
AFP Y DPA
Puerto Principe, 29 de febrero. "Mi renuncia evitará un baño de sangre", aseveró Jean Bertrand Aristide en un comunicado leído por el primer ministro, Yvon Neptune, en el cual informó que dejaba la presidencia de Haití. El ex gobernante, cuya dimisión era exigida por la oposición civil desde el otoño pasado, abandonó el país con "ayuda" de Estados Unidos.
Un alto funcionario estadunidense afirmó que el ex mandatario se encontraba camino a la República Centroafricana, a pesar de que Panamá anunció su disposición a otorgarle asilo político.
"Mi renuncia evitará un baño de sangre", indicó el ex presidente en ese texto escrito en créole y leído por Neptune. "La vida para todos, la muerte para nadie", declaró Aristide, quien firmó su renuncia ante testigos a las 6:34 horas (local), y de inmediato partió en un jet blanco sin matrícula.
El gobierno de Estados Unidos facilitó esa salida "a pedido" del propio Aristide, informó el vocero del Departamento de Estado, Richard Boucher. La "decisión de renunciar del presidente Aristide resolvió la complicada situación que fue la raíz de los brutales incidentes de la semana pasada", apuntó el funcionario.
El secretario de Estado estadunidense, Colin Powell, convenció personalmente durante la noche del sábado a Aristide para que dimitiera, aseguró Boucher.
Una persona que se identificó como el conserje de la residencia de Aristide afirmó a la radio francesa RTL que soldados estadunidenses fueron a buscar al ex presidente al filo de las dos de madrugada, pero la información fue desmentida por un diplomático estadunidense que pidió el anonimato a Afp en la capital haitiana.
Aristide viaja a la República Centroafricana, afirmó esta noche un alto funcionario estadunidens a Afp. "No estoy seguro que permanezca allí mucho tiempo", y subrayó que probablemente se trate de una "estadía temporal". Al cierre de esta edición las autoridades centroafricanas aseguraron que era inminente la llegada de Aristide.
Horas antes, la presidenta panameña, Mireya Moscoso, señaló que Aristide sería recibido en Panamá, donde esta asilado el general Raoul Cedras, quien en 1991 depuso en un golpe de Estado a Aristide. Moscoso indicó que el ex mandatario quiere refugiarse en un país africano y subrayó que no sabía dónde estaba ni cuándo llegaría.
Moscoso confirmó que la decisión de recibir a Aristide fue adoptada a petición de Powell, quien esta mañana conversó con su canciller, Harmodio Arias.
Una primera información de República Dominicana, desmentida casi de inmediato, dio cuenta de la llegada de tres aviones al aeropuerto de Barahona en el suroeste del país. Un responsable del servicio de prensa de la presidencia precisó incluso que Aristide descendió de uno de esos tres aviones, pero el cónsul de Haití en Santo Domingo, Edwin Paraison, lo negó.
Otros destinos barajados para Aristide fueron Marruecos, Sudáfrica y Taiwán. Pero Rabat rechazó la posibilidad de conceder asilo político al ex mandatario haitiano; Pretoria señaló que no estaba "al corriente de nada", y Taiwán negó que Aristide pidiera asilo.
Por lo pronto, Gustave Faubert, ministro de Finanzas de Aristide, y la senadora Nirlande Berus, se refugiaron en República Dominicana, informó la embajada haitiana en Santo Domingo.
La renuncia de Aristide respondió al incremento de la presión internacional, sobre todo de Francia y en las últimas 24 horas de Estados Unidos, ante la creciente insurrección armada en su contra iniciada el pasado 5 de febrero. Esta crisis tuvo su origen en enero de 2003, al estallar una huelga general lanzada por el "grupo de los 184", una coalición de la sociedad civil, y a partir del otoño la oposición civil incrementó sus protestas, reprimidas por las fuerzas de Aristide, en demanda de la dimisión del gobernante, al que acusaron de corrupción.
Aristide, un ex sacerdote católico, asumió el poder por primera vez en 1991, como el primer presidente electo democráticamente en el país -tras una dictadura de 29 años liderada por Francois y Jean Claude Duvalier, que dejó al país en la ruina-, pero fue destituido por un golpe de Estado ocho meses después. Fue restaurado tras una invasión de Estados Unidos en 1994, y relecto en 2000 para un segundo mandato que debía terminar en 2006.
En septiembre pasado rompió su alianza con los antiguos tonton macoutes, a quienes había incorporado en milicias que sistematicamente reprimieron a opositores. La ruptura ocurrió luego que fue asesinado Amiot Metayer, el cubano, crimen que su hermano Butter atribuyó al ahora ex gobernante.
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Poco a poco los haitianos regresaban a las calles, pese a la presencia de grupos armados
Antes de renunciar, Aristide había logrado imponer cierta tranquilidad
Los comercios están cerrados y las gasolinerías desiertas por falta de combustible
FRANCOISE ESCARPIT ESPECIAL DE L´HUMANITE
Puerto Principe, 29 de febrero. Después de la difícil jornada del pasado viernes, cuando las quimeras (chimeres) de Jean Bertrand Aristide dominaron las calles de esta capital, Puerto Príncipe recuperó cierta calma. La vida ha retomado su curso en esta ciudad de 2 millones de habitantes -de los 8 millones que tiene Haití-, aunque aún no hay electricidad, combustible ni agua, y la crisis política imprime sus huellas en todos los aspectos de la vida cotidiana.
La noche del sábado corría el rumor de la dimisión de Aristide y este domingo, en efecto, los haitianos amanecieron sin presidente. El ahora ex mandatario -uno más de la larguísima lista de gobernantes que no terminan su mandato constitucional- llegó a República Dominicana con la intención de buscar asilo político en Marruecos. En el palacio nacional ahora despacha un nuevo mandatario interino: el presidente de la Corte de Casación, Boniface Alexandre, según dicta la Constitución.
El fin de semana, en el aeropuerto Herrera de Santo Domingo, el precio de una avioneta charter de 12 plazas de Caribair, línea que normalmente presta servicio a Puerto Príncipe, subió en apenas unas horas de mil a mil 500 dólares. Avionetas pequeñas que normalmente circulan por el archipiélago antillano ofrecían tarifas al mejor postor, a los -muy pocos- pasajeros que querían volar a la capital haitiana pese al caos que se reportaba en los alrededores del aeropuerto internacional L'Ouverture.
Pero en sentido contrario la calma relativa del sábado provocó un nuevo flujo de viajeros hacia el aeropuerto de la capital haitiana: personas deseosas de abandonar el país a cualquier costo, indiferentes al eslogan propagandístico del entonces aún presidente Aristide, quien llamaba al sentimiento patriótico para evitar el éxodo: lakay sé lakay, es decir, "la casa es la casa". Todavía la mañana del domingo brasileños y canadienses eran evacuados de la ciudad.
En las calles de la capital haitiana, barricadas de todo tipo, formadas con deshechos, neumáticos en llamas, esqueletos de camiones y bloques de hormigón, levantadas la víspera por los chimeres, permanecían en sus sitios, pero parcialmente abiertas. A pesar de que la noche anterior personal haitiano de las embajadas de Francia y Estados Unidos había padecido algunas agresiones, desde el sábado empezaron a ausentarse de la geografía urbana las camionetas rebosantes de hombres fuertemente armados que días antes habían mantenido la capital en vilo, asaltando, hostigando y saqueando comercios y bodegas del puerto. Era como si en el curso de la noche esas milicias al servicio del presidente hubieran atendido la voz del amo que les ordenaba sosegarse.
Si bien a lo largo de la jornada del sábado no se registraron incidentes dignos de mencionarse, las calles mostraban rastros de una semana turbulenta. "Como si hubiera pasado un ciclón", señala Milton, quien observa el cascajo esparcido sobre la avenida. Las cosas volvieron a la normalidad incluso en Canapé Vert, bastión de los chimeres, quienes la noche del viernes atacaron un hospital cuando perseguían a estudiantes que pretendieron refugiarse ahí; en Bourdon y Lalue, la ruta de acceso a Puerto Príncipe, y en el centro de la capital.
Por doquier, el mismo espectáculo: hombres y mujeres en cuclillas, bajo sus enormes sombreros de paja, vendiendo montoncitos de aguacates, plátanos y naranjas, un puñado de papas o carbón, a dos pasos de un montón de basura que es visitado por gallinas y cabras, y a veces por niños que buscan algo de comer. En la parte baja de la ciudad, entre el palacio nacional y el puerto, como siempre, una multitud camina por las calles. Ahí los rótulos de los establecimientos: Optica Divina, Restaurante Bouchefine (bocafina), Banco Fraternidad, peluquería, masajes, cursos de informática o francés. Los comercios, escuelas, supermercados y pequeños almacenes permanecieron cerrados, incluidos el bingo y la lotería, esos juegos de azar que son la pasión de los haitianos pobres.
Las gasolinerías siguen desiertas por la falta de combustible, y por las calles únicamente circulan vehículos de organismos internacionales o de la prensa, así como pocos minibuses. Los coloridos tap-tap, autobuses urbanos de la ciudad, han desaparecido. A diferencia de la soledad del viernes, desde el sábado la gente ha vuelto a ocupar sus lugares en portales y plazas, donde juga dominó o conversa, mientras las cascaritas futboleras han regresado a los parques. Pero a pesar de las apariencias, el ambiente sigue tenso. Por momentos los grupos que se cruzan intercambian miradas agresivas y se enseñan como por casualidad las pistolas que llevan al cinto.
La hostilidad de los partidarios de Aristide contra los extranjeros es más que evidente. El sábado fue necesario mandar a un grupo de gendarmes franceses, recién enviados como refuerzos, al rescate de dos religiosas y un sacerdote amenazados de muerte en un orfanatorio en el que trabajaban.
En general, entre la población aumentaba el sentimiento de urgencia de ver partir a Aristide.
En sus últimas horas de gobierno, Aristide había pronunciado un discurso en el que reiteró su voluntad de permanecer en el puesto hasta 2005. Pero por lo visto, durante la noche escuchó consejos y cedió a presiones internacionales y a la mañana siguiente partió.
En la bahía de Puerto Príncipe, librada a sus propias reglas, aparecieron tres guardacostas de la Armada de Estados Unidos. Dos días antes la Casa Blanca había anunciado el envío de 2 mil 200 marines para "resguardar" las cosas de Haití. En el aeropuerto, ni un avión. Ni una fuerza internacional en el terreno.
Mientras tanto, los insurrectos, quienes controlan cinco departamentos de los nueve que conforman el país, consolidan sus posiciones y se dicen listos para el asalto final a Puerto Príncipe. Incluso Guy Philippe, comandante de estas fuerzas, anunció que estaría este domingo en la capital para celebrar su cumpleaños número 36. Estos -a quienes Colin Powell llamó "fuerzas armadas del norte", otorgándoles un reconocimiento desusado y sorprendente en boca de un jefe del Departamento de Estado- parecen haber frenado su marcha, en espera, evidentemente, de sentarse a negociar.
La partida de Aristide era la condición previa que habían exigido la oposición armada y política y la sociedad civil para discutir la salida negociada a la crisis. Hoy, por lo tanto, se puede empezar.
Traducción: Blanche Petrich
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Señala que franceses y estadunidenses patrullan la capital
La dimisión era "esperada, inevitable y lógica": el ex presidente Leslie Manigat
FRANCOISE ESCARPIT ESPECIAL DE L´HUMANITE
Leslie Manigat, quien asumió la presidencia en febrero de 1988 y en junio de ese año fue derrocado por un golpe militar, califica la caída de su predecesor de "esperada, inevitable y lógica", ya que los partidos políticos del país, incluido el suyo, "comprendimos desde hace dos años tres meses (fecha de las pasadas elecciones) que no había otra salida a la crisis del país que su partida. Pero se quedó aferrado al poder".
A pesar de que considera "positiva" la salida, agrega: "La situación sigue estando complicada". Entrevistado vía telefónica desde Estados Unidos, el dirigente de Unión Patriótica, partido creado en 2002 que forma parte de Convergencia Democrática, atribuye a Aristide la responsabilidad de la gran movilización social y popular opositora que ha vivido su país en los pasados meses, seguida de la fase de militarización insurrecta, que no evitó, con todo, el respaldo de la comunidad internacional al presidente. Sin embargo, reconoce Manigat, fue esta comunidad la que finalmente detonó la presión que lo obligó a renunciar.
"No es exacto decir que no hay presencia internacional de disuasión en Puerto Príncipe. Hace unos días llegaron 50 marines para proteger la embajada estadunidense y gendarmes franceses." Manigat confirma la presencia de 2 mil 200 infantes de marina frente al puerto de la capital, y asegura: "franceses y estadunidenses patrullan la ciudad. Es una forma de presencia militar de disuasión, para no hablar de control militar extranjero".
Para el político, quien fue un destacado académico durante la dictadura de Duvalier, hasta que fue acusado de rebelión y conoció la cárcel y el exilio, la salida de Aristide representa para los haitianos un "alivio", ya que el presidente, quien alguna vez representó la esperanza de un tránsito a un país democrático, "logró la hazaña en pocos años de convertirse en la pesadilla de las clases populares", lo cual provocó esa "inmensa ola de desilusión y descontento que finalmente se le revirtió". Al igual que el dictador Francois Duvalier -Papa Doc- y su delfín Jean Claude Baby Doc, Aristide quiso utilizar las agudas desigualdades sociales para sostenerse en el poder.
Interrogado sobre su papel en un futuro gobierno, responde: "Existe un equipo de salvamento para la nación. Si realmente hay condiciones para hacer cosas, podría ser candidato, pero si es para regresar a la disputa del poder, a las marrullerías del pasado, no soy el hombre del momento".
Traducción: Blanche Petrich
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