Haiti: missione di pace senza consenso
CONO SUR-HAITI:
Misión de paz sin consenso
RIO DE JANEIRO, 15 may (IPS) - Los países del Cono Sur de América enviarán tropas a Haití bajo la bandera de la ONU, pero sin el respaldo general interno que suelen tener esas misiones de paz y solidaridad a pueblos en conflicto.
Los 1.200 militares brasileños cumplirán en Haití ”un papel de policía” que las Fuerzas Armadas no ejercen en el propio país, ya que el gobierno ”se niega a liberar tropas federales para garantizar el orden en grandes ciudades donde impera la criminalidad”, señaló a IPS el diputado Antonio Carlos Pannunzio.
Este parlamentario del opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña también acusó el gobierno de incumplir la Constitución al iniciar la operación sin la aprobación del Congreso Nacional legislativo.
Un convoy de 58 vehículos blindados militares, ya pintados con las siglas UN, que identifica en inglés a la ONU (Organización de las Naciones Unidas), partió el miércoles del sur de Brasil con destino al puerto de Río de Janeiro, donde serán embarcados para Haití.
La misión, sin embargo, sólo fue aprobada formalmente el jueves por la Cámara de Diputados y aún depende de la votación en el Senado. El adelantamiento de los militares provocó protestas de muchos parlamentarios, incluso de afines al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
”Si el Congreso no aprueba, las tropas no viajarán”, aseguró el canciller Celso Amorim, convocado junto con el ministro de Defensa, José Viegas, a explicar el mismo miércoles la misión de paz ante comisiones de la Cámara de Representantes y del Senado.
Críticas más graves aún, por imponer ”un hecho consumado” a los parlamentarios, enfrentó el gobierno de Chile en los primeros días de marzo, al enviar 300 soldados para la primera Fuerza Multinacional de Paz en Haití, encabezada por Estados Unidos y Francia.
En Brasil, los diputados también criticaron los gastos del envío de tropas al país caribeño, en momentos en que la población brasileña sufre los efectos del esfuerzo fiscal que impide elevar el salario mínimo, traba programas sociales y agrava la pobreza.
Además se destacó la situación incierta en Haití, sin Congreso legislativo, con milicias armadas en conflicto y un gobierno de legitimidad cuestionable, producto de la caída el 29 de febrero del gobierno de Jean-Bertrand Aristide, que muchos consideran en realidad un golpe de Estado.
Resistencias similares de parte del espectro político enfrentan los gobiernos de Argentina, de Chile y de Uruguay, para incorporar sus respectivos contingentes militares a la fuerza que se encargará de mantener la paz en Haití a partir del 1 de junio, bajo jefatura brasileña. Los tres países se preparan para enviar algunos policías también.
Argentina y Uruguay son socios de Brasil en el Mercosur (Mercado Común del Sur, que también comprende a Paraguay) y Chile es miembro asociado, pero cada país participa ”de modo independiente y soberano”, precisó a IPS el ministro de Defensa uruguayo, Yamandú Fau.
Montevideo sólo decidió enviar a los casi 600 militares y una decena de policías solicitados después que la ONU rectificó el pedido dirigido al Mercosur en conjunto, ya que el bloque no contempla la integración militar, destacó el ministro.
Uruguay tiene tradición en participar de misiones de la ONU. Actualmente mantiene 1.733 efectivos en la República Democrática del Congo, en una operación más peligrosa y compleja que la de Haití, según Fau, y otros 1.650 en otras partes del mundo.
Pero obtener el permiso parlamentario en el caso de Haití es más complicado, por las dudas en relación al derrocamiento de Aristide, entre otras condicionantes.
La izquierda, que cuenta con 40 por ciento de los escaños, pondrá condiciones precisas sobre las tareas a desarrollar por los militares y policías, dado que la misión se rige por el artículo séptimo de la Carta de la ONU, que incluye el uso de la fuerza.
El sector aún no resolvió la posición al respecto, pero esta vez para votar a favor del envío de la fuerza habrá que examinar con sumo cuidado el plan de acción previsto por el comando brasileño de la misión, comentó a IPS el diputado José Bayardi, uno de los representantes del izquierdista Encuentro Progresista-Frente Amplio en la Comisión parlamentaria de Defensa.
Hay que tomar en cuenta que se intervendrá en un país convulsionado, donde impera la violencia tras el derrocamiento del gobierno democrático y que está ocupado por fuerzas de Estados Unidos y de Francia, añadió.
Washington envió unos 2.000 soldados tras la caída de Aristide, hoy exiliado en Jamaica tras dos semanas en República Centroafricana y quien en su oportunidad denunció que fue forzado a renunciar por efectivos estadounidenses.
La ONU recibió un pedido de investigación al respecto de parte de la Comunidad del Caribe, de la que Hatí es parte aunque ahora está suspendida porque no reconoce al gobierno del primer ministro interino Gerard Latortue, respaldado por Estados Unidos y casi sin mando sobre el país. También grupos no gubernamentales acusan a Washington de haber coadyuvado a ese desenlace de la crisis política haitiana.
Una preocupación similar a la de Bayardi manifestó el legislador Luis Leglise, del centroderechista Partido Nacional, quien se mostró extrañado por la inclusión de policías en el contingente, aunque adelantó que apoyará el pedido del gobierno.
De cualquier modo, el seguimiento y control de la misión será permanente y más atento que en ocasiones anteriores, aclaró a IPS.
Un panorama parecido afronta el gobierno de Argentina, donde la opositora Unión Cívica Radical acepta el envío de tropas, ”pero con límites” fijados por el Congreso, como la participación restringida al ”mantenimiento de la paz”, excluyendo acciones de combate abierto.
Iguales contratiempos debe superar aún el presidente de Chile, Ricardo Lagos, quien instó el viernes a los senadores a ”meditar adecuadamente” la solicitud realizada para aprobar el envío de un nuevo contingente militar de paz a Haití, que reemplaza a la también cuestionada primera misión junto a Estados Unidos y Francia.
Esta vez se pide la inclusión de 36 carabineros (policía militarizada) para realizar instrucción de esa área de seguridad, un agregado que impulsó a algunos parlamentarios de la propia gobernante Concertación por la Democracia a sumarse a los cuestionamientos que realiza la oposición derechista.
A todo esto, en la Cámara de Diputados de Brasil los argumentos contrarios no impidieron que una amplia mayoría aprobase la misión y no se espera otro desenlace en el Senado.
Brasil busca ”influir en un área fuera de su competencia”, cumpliendo el deber que sería de otras naciones, añadió Pannunzio, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional de la Cámara de Diputados.
Su homólogo Fernando Gabeira, quién se apartó del gobernante Partido de los Trabajadores el año pasado, acusó el gobierno de someterse al interés de las potencias del Norte en un intento de conquistar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
El canciller lo contrarrestó recordando que la diplomacia brasileña, especialmente en el actual gobierno, ya dio muestras más que suficientes de independencia. Pero admitió que una participación activa en la solución de problemas internacionales asegura a Brasil mas legitimidad para influir en decisiones del foro mundial.
La misión de paz es para evitar ”un baño de sangre” y el ”caos absoluto” en Haití, una cuestión humanitaria y una responsabilidad que Brasil no puede eludir, argumentó Amorim.
El envío de militares al exterior, pese a los riesgos de Haití, es ”positivo” y sigue una tradición brasileña de contribución a la paz, sostuvo a IPS Clovis Brigagao, director del Centro de Estudios Americanos de una universidad privada de Río de Janeiro.
Además de fortalecer la candidatura a miembro permanente del Consejo de Seguridad, es ”un buen entrenamiento e internacionaliza el espíritu militar que en el pasado actuaba contra el enemigo interno”, o sea los políticos de izquierda, evaluó el experto en relaciones internacionales.
Sobre el ”papel de policía” y el posible envío de efectivos policiales por parte de Argentina y de Uruguay, Brigagao explicó que las nuevas misiones de paz son ”multidimensionales”, mezclando agentes militares, policiales, judiciales y sociales.
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