Cile : sentenza storica
Chile: Sentencia de la Historia
Allende : héroe y mártir; Pinochet: asesino en serie
Al cumplirse este once de septiembre 31 años del golpe oligárquico-militar en Chile el presidente es recordado por sus obras e ideas y un coraje que lo llevó al martirio; Pinochet está muerto en vida, enjuiciado por viles crímenes y goza del oprobio universal
Salvador Allende admiraba mucho a su antecesor del siglo XIX el presidente chileno José Manuel Balmaceda quien, asilado en la embajada de Argentina, se mató de un tiro en la sien el 18 de septiembre de 1891 último día de su mandato, aunque de hecho había sido depuesto con anterioridad al triunfar un alzamiento militar que provocó diez mil muertos.
Cuando este periodista vio por última vez al presidente Allende pocos días antes del golpe tuvo la impresión, de que si era necesario, actuaría como Balmaceda cuyo gobierno de cinco años defendió las riquezas nacionales, el entonces valioso nitrato de sodio (salitre) y realizó enormes progresos en los ámbitos materiales y de la cultura. Así ocurrió y en ambos casos estos jefes del Estado eligieron la dura pero honrosa salida de la auto eliminación.
El complot cívico-militar en contra de Allende tuvo que valerse de la brutalidad castrense y de colosales mentiras porque su administración, en menos de tres años, había materializado positivas transformaciones que se iniciaron con la recuperación para Chile del cobre, entonces y ahora principal producto nacional.
El régimen de la Unidad Popular creó el Area de Propiedad Social lo que produjo un cambio significativo en los medios de producción. Al finalizar los mil días de Allende, más del 50% del Producto Nacional Bruto (PNB) era generado por ese sector de la economía. Se produjo también una variante en la redistribución del ingreso nacional. La participación de las remuneraciones de los trabajadores en el PNB se elevó a un 59 % en 1972. Hoy, no pasa del 30 %(1)
La estatización de los servicios públicos y de monopolios como el del acero, que estaban en manos privadas y además extranjeras, fue una medida idéntica a la que habían recurrido años atrás, en Francia o Gran Bretaña, moderados regímenes socialdemócratas. Si Allende recuperaba el cobre, con antelación, Lázaro Cárdenas había hecho lo mismo en México con el petróleo y Perón, en Argentina, con los transportes. Todos habían procurado favorecer a sus patrias
En rigor, la táctica del proyecto Allende de reforzar la economía estatal, incrementar una democracia real y fomentar la participación de los trabajadores en la sociedad, se realizó con estricto apego a las normas legales vigentes. Lo que asustaba a su adversarios era el producto final que se buscaba: un socialismo con estilo propio, muy alejado del entonces mal llamado comunismo europeo o asiático. Ese objetivo y la forma de lograrlo fue lo que entusiasmo a pueblos de muchas latitudes.
Golpe a la historia
"En el régimen de transición al socialismo las normas jurídicas responderán a las necesidades de un pueblo esforzado en edificar una nueva sociedad. Pero legalidad habrá". Así se expresó Allende ante el Congreso Pleno en su primer mensaje constitucional a la nación el 21 de mayo de 1971. Esa normativa permaneció intacta hasta el mismo once de septiembre de 1973.
Los enemigos del allendismo, empero, no quisieron ni pudieron utilizar las vías legales y agrupados en una suerte de fronda aristocrática eligieron la violencia. El alzamiento "fue un golpe a la historia, no sólo a un régimen en particular. Pinochet usó el terror como instrumento político". Tal aguda y correcta afirmación se encuentra en el libro "Una nación de enemigos" de la periodista estadounidense Pamela Constable y publicado en Washington en 1991. Agrega la autora: "El ejército chileno ocupó sus propio país bajo el argumento de una guerra. La tarea de los militares fue eliminar al supuesto enemigo"
La "guerra" aquella constituyó un invento para torturar, asesinar y lo que es lo mismo con un agregado de sevicia, desaparecer, a miles de ciudadanos chilenos y extranjeros. Al estilo Bush, las armas de los entelequiales enemigos no aparecieron en parte alguna.
Sin embargo, en 1992, cuando era aún comandante en jefe del Ejército, Pinochet decía a un diario en plan de justificar el golpe: "Había en el país 15 mil guerrilleros extranjeros comandados por un general cubano". Sorprendido, el periodista interroga ¿Cómo se esfumó (sic) aquel ejército? "desaparecieron, pues". ¿Cómo? se insiste. Respuesta tragicómica: "Por todos los pasos de la cordillera"....En el 2002 cuando, por vez primera debió enfrentarse a los tribunales, a este personaje no le costó nada fingir demencia. (2)
Asesino en serie
En vísperas del 31* aniversario del Once de Septiembre, Pinochet, uno de los cabecillas del golpe de estado que le permitió gobernar a Chile durante 17 años, tiene 88 años y se enfrenta a una investigación judicial por cuentas secretas en dólares y a dos procesos por asesinatos de opositores. En la década de los noventa fue también juzgado en España por el juez Baltasar Garzón quien logró que lo detuvieran en Londres el 16 de octubre de 1998. Por resolución judicial ha perdido los fueros como senador vitalicio- cargo que él inventó- y por su calidad de ex Jefe de Estado.
Pinochet comenzó a matar el mismo día del golpe cuando dictó el bando:"Por cada agresión a un miembro de las fuerzas armadas, se fusilará a cinco (5) prisioneros marxistas" Esta nefanda proclama estaba copiada a la letra de la que lanzó en Rusia el mariscal de campo hitleriano, Wilhem Keitel : "Por cada soldado germano que caiga, morirán de 50 a 100 comunistas". La eliminación de rehenes es uno de los mayores crímenes condenado por las Convenciones de Ginebra y configurado asimismo como delito contra la humanidad en el Proceso de Nuremberg.
En los 17 años de la tiranía pinochetista fueron asesinados alrededor de cinco mil chilenos, casi 2000 de ellos "desaparecidos". Algunos crímenes fueron cometidos fuera de Chile por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), una Gestapo criolla. Los homicidios de ese carácter se iniciaron el 30 de septiembre de 1974 con la muerte mediante bomba explosiva del general Carlos Prats y de su esposa Sofía Cuthbert en Buenos Aires, Argentina. Le siguió la muerte con el mismo formato y ahora en Washington del ex canciller chileno Orlando Letelier y su secretaria estadounidense Ronni Moffit, el 21 de septiembre de 1976.
Hubo además un atentado del mismo modelo perpetrado en Roma el 6 de octubre de 1975 en contra del ex vicepresidente chileno , Bernardo Leihgton y de su esposa Ana Fresno. Ambos sobrevivieron con graves heridas. Eduardo Frei Montalva, el presidente chileno que antecedió a S. Allende falleció el 22 de enero de 1982 a causa, se dijo, de una infección bacteriana pos operatoria. Hoy, en 2004, a petición de la familia se investiga si no fue en realidad asesinado por la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE). La imputación ha partido, entre otros, de la senadora Carmen Frei y de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, ex presidente de la República y ambos hijos de la eventual víctima.
El último desafuero de Pinochet permite en teoría juzgarlo por su directa participación en la Operación Cóndor que fue una coordinación de las policías establecidas por las dictaduras sudamericanas para apresar y desaparecer adversarios políticos. Hace un lustro, Garzón ya lo había detectado y apuntaba en el auto acusatorio: "Augusto Pinochet y los demás miembros de la Junta de Gobierno desarrollaron una actividad criminal múltiple y organizada con el apoyo de militares argentinos, bolivianos, brasileños, chilenos, paraguayos y uruguayos en el marco de la llamada Operación Cóndor".
He ahí una internacional del crimen, cuyo jactancioso inspirador, Augusto Pinochet Ugarte, es en estos días un guiñapo humano, abandonado por sus antiguos fieles, aquejado de 13 enfermedades, execrado, y expuesto, con entera razón, al repudio nacional e internacional.
1) Nolff, Max "Salvador Allende", Santiago, Ediciones Documentas, 1993 Septiembre/ 04
2) "El Mercurio", 24-8-92
3) Diario "La Hora", 9-2-99
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